Amparo Costales trabaja como azafata de congresos desde que tenía 19 años. Ha estado en Bagdad, París, Londres y en todas las ciudades del mundo donde se organizan ferias y exposiciones. La clave de su profesión está en sonreír mucho y ser amable con la gente. Son tantos los hombres que han intentado pasarse, que no se acuerda de las veces que tuvo que decir que no. Amparo preside ahora la Asociación de Azafatas y Modelos para conseguir, entre otras cosas, unas condiciones laborales dignas.
La presidenta de la Asociación de Azafatas tiene 28 años y es madrileña. Habla francés, algo de inglés y se pasa la vida en las salas de espera de los aeropuertos. Es morena, alta y delgada, sin compromiso. «Con todos estos rollos, cómo me voy a casar, si no paro en un sitio», asegura sonriendo.»Con las azafatas hay mucha confusión. Muchos empresarios se creen que te pueden llevar al hotel», dice. «Hay que estar continuamente explicando que tu trabajo es otra cosa».
La confusión no sólo se refiere al sexo. Uno de los últimos trabajos que le ofrecieron consistía en buscar asociados para una cofradía toledana; algunos empresarios han pretendido pagarle con un ramo de flores o una caja de bombones, y en alguna ocasión ha perdido un trabajo por estar seria.
«Caballos de carreras»
Amparo asegura que en los casting -pase para probar la calidad de la modelo- se elige a las personas «como si fueran caballos de carreras». Después, cuando se ha conseguido el empleo, «se trabaja la mayor parte de las veces sin contrato y sin horario. Las cotizaciones a la Seguridad Social son casi inexistentes en esta profesión», asegura.Las empresas suelen cubrir todos los gastos de desplazamiento y alojamiento en los hoteles, pero no cubren nada más. No se incluyen las comidas, el vestuario ni el maquillaje, pese a que en su trabajo cuenta especialmente la imagen.
El salario de una azafata de congresos puede estar entre 2.000 y 3.000 pesetas por día. «No existen tarifas mínimas, y los contratantes pagan lo que consideran oportuno. En este mundo eres un ganador si consigues trabajar 100 días al año».
A lo largo de la pasada semana, la asociación celebró en Madrid su primer congreso. Entre las reivindicaciones de este colectivo, al que pertenecen 200 personas, se cuenta el conseguir dignificar la profesión de azafatas y modelos, crear una escuela pública y que se reconozcan sus derechos laborales.
Con la creación de una escuela pretenden conseguir un título y que el Ministerio de Educación reconozca los estudios. «La mayoría de las academias para modelos y azafatas no imparten los mínimos conocimientos», explica. Amparo se muestra partidaria de la profesionalización. «Antes, este trabajo lo hacían las niñas bien, y se limitaban a estar como floreros sonrientes, pero ahora hay que trabajar de verdad».
La Asociación de Azafatas y Modelos, además de ofrecer asesoramiento laboral a sus afiliados, pretende cubrir el puesto de las agencias de contratación. Los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal en Sevilla supondrán para ellas y ellos una gran oportunidad de trabajo, y están dispuestos a aprovecharla.