La empresaria Amparo Costales quedó prendada de la arquitectura de Oslo y la naturaleza noruega. Incluso pescó bacalao
La cultura nórdica llamaba mucho la atención de Amparo Costales. La empresaria, que presidió la Asociación de Azafatas y Modelos y ha fundado la plataforma de innovación turística Seven Arts Tourism, aterrizó en Oslo para descubrir “una arquitectura inigualable y una sociedad muy cohesionada y cosmopolita”.
¿Qué le sorprendió de la capital de Noruega?
Realicé una ruta arquitectónica que me dejó impresionada. Comencé por la Ópera, proyectada por el estudio de arquitectura noruego Snøhetta; continué por Tjuvholmen, un barrio que reúne trabajos de grandes arquitectos contemporáneos, y acabé en la antigua zona industrial de Vulkan. Luego me embarqué.
¿Se fue a alta mar?
Estuve en la preciosa ciudad de Bergen, que parece un museo urbano al aire libre. Y de ahí me fui a visitar islas en barco.
¿Qué islas visitó?
Varias, pero sobre todo recuerdo la isla de los Pájaros. Está dentro de la reserva natural de Gjesvaerstappan, y, aunque no se puede bajar del barco porque es una zona de alta protección, es impresionante disfrutar de las aves que se colocan en las repisas de los acantilados. Vimos frailecillos y también cormoranes, araos y águilas marinas. Me chifló. Después visité Cabo Norte.
Ahí se separan el Océano Atlántico del Ártico…
Sí, es uno de esos enclaves donde se acababa el mundo; un finis terrae con un acantilado de 307 metros. En el centro de visitantes te explican la historia de este lugar mítico.
No se relajó ni un momento.
Sí, en el hotel de hielo Sorrisniva Igloo Hotel en Alta, en Laponia. Las paredes, los suelos e incluso los vasos están helados. En el interior hay una temperatura de entre -4 y -7º C y las habitaciones poseen mantas y sacos de dormir térmicos. Para pasear por él te ponen ropa térmica que no deja que pierdas calor.
¿Alguna otra experiencia?
Otra cosa que nunca había hecho era pescar bacalao y fuimos a una jornada en el mar. Nos hablaron sobre este pescado como recurso, el tratamiento que realizan, las maneras de cocinarlo, y, claro, la pesca tradicional.
¿Y de la afamada crema de los pescadores noruegos?
Sí. El agua está helada y en la cubierta hace mucho frío. Llevan el ungüento para echarse todo el rato: en los labios, la cara y las partes más expuestas. Son muy metódicos; nunca había participado en algo así.